Ver Nápoles y luego morir, un proverbio italiano al que no tengo más remedio que darle la razón.

Escribir sobre Nápoles es díficil, porque es una ciudad llena de contradicciones, llena de fasci­nación y a la misma vez llena de rechazo.

Las primeras impresiones de la ciudad son eso, contradicciones en su máximo esplendor. Pero ya son casi dos meses aquí y no sabes lo que llegas a apreciar el ambiente tan auténtico que se respira en sus calles, en su gente y en sus comercios.

La ciudad más dramática y más bella que puedas descubrir es esta, una que te hace suspirar de exasperación y a la vez te hace apreciar el más absoluto caos.

Caos. Belleza. Arte. Magia. Basura. Tráfico. Personalidad. Apariencias. Bullicio. Historia.

Todo lo que es la ciudad se refleja como una copia exacta en su Accademia, donde estoy estudiando actualmente.

Es una escuela sin matices grises, puedes estar aprendiendo sobre las corrientes artísticas o filosóficas más interesantes mientras estás en una clase destartalada de altos techos y am­biente relajado con un profesor que se comunica con nosotros a través de facebook.

Desde luego que no te deja indiferente nada, toda la experiencia se basa en las sensaciones que te puedas llevar contigo. Y ya os cuento, sensaciones sobran.

Anabel Dueñas

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